El CDM y El Ahorcado

Tuesday, June 27, 2006

11.
El hombre que desapareció en la nada.

—Vamos allá— dijo Javi, abriendo la trampilla.
—Cuando coja a ese imbécil le voy a dar una patada en la cabeza— decía Lucas, totalmente enfurecido.
Pero la trampilla fue una desilusión. Sólo era una salida secreta a la calle, al mismo callejón. Salía a la pared en que éste terminaba. Cuando salieron vieron algo meterse dentro de la casa.
—Esta vez le pillamos. Lucas, quédate al lado de la trampilla y cuando salga le sacudes. Vamos, Prefasi. El terrible delincuente del mito falso ha caído ya.
—Y todo por un mito— se enfadó Prefasi, tirando la puerta de la casa de una patada. Haciendo ruido, pensó, el asesino se iría por la trampilla del sofá. Pero Lucas no vio a nadie salir del túnel oculto. Javi y Prefasi quedaron sorprendidos de no oír nada fuera. Lo único que pudieron hacer fue examinar palmo a palmo toda la casa de nuevo. Ni un alma.
—Esto empieza a ponerse interesante, ¿eh?— les saludó Lucas cuando salieron.
—¿Interesante? ¡Voy a retorcer el pescuezo a ese pedazo de...!— gritó Prefasi, realizando aspavientos. De nuevo se oyó la puerta de la casa. Javi entró a toda velocidad y juró ver un movimiento en la chimenea. Entonces oyó un ruido que, igualmente, provenía de la chimenea. Ese era el escondite secreto del Ahorcado. Detrás de la chimenea.
Volvieron al colegio para organizar un plan contra el individuo del mito. Allí mismo estaban Dani, Jorge y Raúl, echando un vistazo en la biblioteca a los mitos urbanos que habían causado impresión en la gente. Del mito del Ahorcado vieron un libro que hablaba sobre todo. El por qué de que aquel campo de acampadas estuviera maldito desde que alguien fue asesinado misteriosamente, colgado de un árbol.
—Por Dios. Qué basto. Este tío es un pestes— decía Dani.
—Fíjate— señaló Raúl—. Desde entonces, todo el que volvió a aquel campo está maldito y el verdadero Ahorcado no parará hasta conseguir quitarlo de en medio. Se supone que nosotros hemos estado allí, para investigar el primer asesinato.
Todo el colegio se hallaba allí aquella tarde. El director, sobre las cinco y media, cuando terminaron las clases ese día, reunió a todo el colegio en pleno en el salón de actos. Don Bartolomé era un hombre alto y casi sin pelo que había entrado a ser director aquel mismo año. El asunto del Ahorcado traía de cabeza a la policía, a la Guardia Civil y, cómo no, al mismo CDM. En el salón de actos, don Bartolomé empezó a hablar.
—Tenemos noticias de un nuevo ataque— dijo—. Así, pues, viendo la inseguridad que hay en toda la ciudad, hemos decidido suspender las clases hasta que este asunto finalice. La víctima era periodista, como viene siendo hasta ahora, y se llamaba Carlos David Martín...
—¡Las iniciales!— exclamó Pally de repente.
—El caso es que las iniciales, como ha dicho Pablo Martínez, son las de un club que ha formado un nuevo alumno de este colegio. Y eso no augura nada bueno para nadie. He pensado que el grupo de 4º D puede quedarse aquí esta noche, para hacer guardia. Es más, todo el mundo debería quedarse y no salir a la calle para nada. El colegio estará cerrado a cal y canto y habrá policías vigilando. Espero que el CDM dé la talla— y miró a Javi, que asintió.
Todos salieron del salón de actos y se dirigieron a sus respectivas clases. Todos estaban prácticamente descompuestos. Pusieron sacos de dormir en cada clase y arrinconaron las mesas. Pero la noche no fue tranquila. Un ruido despertó a Lucas a media noche.

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