El CDM y El Ahorcado

Tuesday, June 27, 2006

3.
Primer asalto.

—¿Quiénes son estos payasos?— preguntó Palacios.
—Pues ya se ve. El circo ha llegado— dijo Lucas, enfadado—. ¡Ya os estáis largando!
En ese instante apareció Felipe detrás de todo el grupo con una escopeta enorme, y poniéndose al frente, encañonando a Javi, dijo con su característico y florido lenguaje:
—¡Abajo el CDM! ¡Arriba nosotros! ¡Que se muera Javi y todos estos guarros que van con él!
—¿Nos has llamado “guarros”?— preguntó Palacios, amenazante, plantándose delante de Felipe, que tuvo que mirar hacia arriba para verle bien la cara.
—Felipe— dijo Javi, impasible a pesar del cañón—, esa es la escopeta que utilizaba mi abuelo hace sesenta años para cazar los cerdos. Y está descargada desde hace medio siglo por lo menos. No hay balas de ese tipo, Pelopunk.
—¿Ah, no? ¿Y cómo sabes tú eso?— preguntó Felipe—. ¡Mira, mira qué bien cargada está!— apuntó al techo, disparó e hizo un boquete enorme. Momento que aprovechó Javi para lanzar el pie hacia delante de frente y tirar a Felipe de espaldas contra el que tenía detrás. En ese momento llegó Prefasi, que vio el escándalo en directo. Javi disparaba dardos tranquilizantes a diestro y siniestro, Palacios había cogido a uno y lo había lanzado contra otros tres, Juan repartía a más no poder, y Lucas se había subido a una mesa y se había lanzado en picado con el pie por delante llevándose a Alfonso y a Antonio por delante.
—¿Qué pasa aquí?— preguntó Prefasi, atónito. Felipe se le encaró amenazante, pero notó un golpecito de un dedo en el hombro derecho. Se volvió para ver quién era, y...
—Hola, Pelopunk— dijo Lucas, dándole un mamporro que lo lanzó contra el suelo.
Los antiguos socios, que eran prácticamente un grupo de 20, se habían lanzado todos a la pelea, excepto Joaquín, que disimuladamente se había largado. Pasado un rato Felipe ordenó la retirada y él y los suyos salieron corriendo por la puerta.
—Va a hacer falta más que una ducha fría para librarse de esos idiotas— sentenció Lucas. Todos asintieron.
—Y encima la puerta tirada en el suelo...— señaló Palacios.

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